Los ponientes y las generaciones.
Los días y ninguno fué el primero.
La frescura del agua en la garganta de Adán.
El ordenado Paraíso.
El ojo descifrando la tiniebla.
El amor de los lobos en el alba.
La palabra. El Hexámetro. El espejo.
La Torre de Babel y la soberbia.
La Luna que miraban los caldeos.
Las arenas innúmeras del Ganges.
Chuang-Tzu y la mariposa que lo sueña.
Las manzanas de oro de las islas.
Los pasos del errante laberinto.
El infinito lienzo de Penélope.
El tiempo circular de los estoicos.
La moneda en la boca del que ha muerto.
El peso de la espada en la balanza.
Cada gota de agua en la clepsidra.
Las águilas, los fastos, las legiones.
César en la mañana de Farsalia.
La sombra de las cruces en la tierra.
El ajedrez y el álgebra del persa.
Los rastros de las largas migraciones.
La conquista de reinos por la espada.
La brújula incesante. El mar abierto.
El eco del reloj en la memoria.
El rey ajusticiado por el hacha.
El polvo incalculable que fué ejércitos.
La voz del ruiseñor en Dinamarca.
La escrupulosa línea del calígrafo.
El rostro del suicida en el espejo.
El naipe del tahúr. El oro ávido.
Las formas de la nube en el desierto.
Cada arabesco del calidoscopio.
Cada remordimiento y cada lágrima.
Se precisaron todas esas cosas
para que nuestas manos se encontraran...
Ese fué Borges, --para mí--, el arquetipo del minimalismo derivado de su magistral capacidad de síntesis y rigor en el correcto empleo del lenguaje. Repasaba sus palabras, como escuchando a sus dioses re-inventados congregados en el Olimpo ó, reverberando los juicios incesantes sobre uno mismo. Recuerdo que esta mañana asomaba una antigua angustia, aquel lejano eco de mi pasado:
Te hemos prodigado en vano de los Oceános,
en vano las altas cumbres de las montañas,
vano el Sol, la palabra, tus pies y tus manos,
has gastado los años y te han gastado,
y aún no has escrito el poema....
Como Borges, Kafka y los Otros,
creo que dejaré de soñarme.....
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