En espera de Farenheit 9/11 de Michael Moore y, gracias a la insistencia de Fresita me animé a ver este documental.
Realmente admirable la manera como Michael aborda el tema de la psicosis estadounidense, sin mayores pretensiones que la de mostrar esa doble moral que se esconde tras la libertina interpretación de la Constitución, convertida en palabras de un irreconocible Charlton Heston, chairman-dictador de la ANR (Asociación Nacional del Rifle), en una especie de carta blanca para la violencia que se desata como producto de una elemental falta de sentido común.... la vejez en Charlton, lejos de proveerlo de sabiduría, da la impresión que lo ha convertido en un ser atrapado en un guión de insensato segregacionismo que no es más que un extendido complejo de superiorida cuya firma parece endosar El Manual de un Anarquista.... ayer, la imagen de ese actor de gran registro dramático que me dejara boquiabierto con los Diez Mandamientos de Cecil B. De Mille, Ben-Hur y otras tantas películas me devolvió a la realidad, que solo eran roles adaptados a una trama pero que en la vida real, no es un escenario para ensayar y emular a los personajes que representaron... pero no se trata ya del actor sino de la decepción que causa como Ser Humano.
Pero, este excelente documental va más alla de las tragedias de dos colegios y una sutil propuesta por el control de armas, lo que nos va revelando es otro drama, el de una sociedad que vive presa del miedo que le imponen sus gobiernos y medios de comunicación y que, para defenderse de sus fantasmas la mejor estrategia es el ataque... De allí la genial propuesta, el enlace tragi-cómico que se hace a través de las caricaturas de South Park mezclada con un collage de escenas que van desde el lejano oeste, el KKK, Vietnam, Corea, Panamá, la guera del golfo, Iraq y la venta de municiones de K-Mart...
Michael Moore se convierte así en un trovador psicoanalista de los sobrinos del Tío Sam que han hecho de la agresión una forma de vida, una puesta en escena de la versión moderna de "My Kampf" de Broadway cuyo corolario final me hace pensar que entre las formas del terror está la libertad extrema, dónde no existen valores ni puntos de referencia comunes para la conciencia del Yo.... cosa que tanto les costara establecer a Sartre, Nietzche o Kierkegaard el límite dónde uno no se convirtiera en esclavo de su propia libertad.
Michael Moore convierte su quijotesca cruzada en una bandera blanca que devela esas ansias de verdad, de introspección social e individual, que va por una senda paralela a la de Noam Chomsky, --ese otro gran crítico de la realidad estadounidense-- que, por ser académica no es menos exquisita ni efectiva... hombres como ellos hacen que subsista el verdadero espíritu de lo que fundó la gran nación del Norte... lo que inspiró a Washington, Lafayette y Lincoln.
Realmente admirable la manera como Michael aborda el tema de la psicosis estadounidense, sin mayores pretensiones que la de mostrar esa doble moral que se esconde tras la libertina interpretación de la Constitución, convertida en palabras de un irreconocible Charlton Heston, chairman-dictador de la ANR (Asociación Nacional del Rifle), en una especie de carta blanca para la violencia que se desata como producto de una elemental falta de sentido común.... la vejez en Charlton, lejos de proveerlo de sabiduría, da la impresión que lo ha convertido en un ser atrapado en un guión de insensato segregacionismo que no es más que un extendido complejo de superiorida cuya firma parece endosar El Manual de un Anarquista.... ayer, la imagen de ese actor de gran registro dramático que me dejara boquiabierto con los Diez Mandamientos de Cecil B. De Mille, Ben-Hur y otras tantas películas me devolvió a la realidad, que solo eran roles adaptados a una trama pero que en la vida real, no es un escenario para ensayar y emular a los personajes que representaron... pero no se trata ya del actor sino de la decepción que causa como Ser Humano.
Pero, este excelente documental va más alla de las tragedias de dos colegios y una sutil propuesta por el control de armas, lo que nos va revelando es otro drama, el de una sociedad que vive presa del miedo que le imponen sus gobiernos y medios de comunicación y que, para defenderse de sus fantasmas la mejor estrategia es el ataque... De allí la genial propuesta, el enlace tragi-cómico que se hace a través de las caricaturas de South Park mezclada con un collage de escenas que van desde el lejano oeste, el KKK, Vietnam, Corea, Panamá, la guera del golfo, Iraq y la venta de municiones de K-Mart...
Michael Moore se convierte así en un trovador psicoanalista de los sobrinos del Tío Sam que han hecho de la agresión una forma de vida, una puesta en escena de la versión moderna de "My Kampf" de Broadway cuyo corolario final me hace pensar que entre las formas del terror está la libertad extrema, dónde no existen valores ni puntos de referencia comunes para la conciencia del Yo.... cosa que tanto les costara establecer a Sartre, Nietzche o Kierkegaard el límite dónde uno no se convirtiera en esclavo de su propia libertad.
Michael Moore convierte su quijotesca cruzada en una bandera blanca que devela esas ansias de verdad, de introspección social e individual, que va por una senda paralela a la de Noam Chomsky, --ese otro gran crítico de la realidad estadounidense-- que, por ser académica no es menos exquisita ni efectiva... hombres como ellos hacen que subsista el verdadero espíritu de lo que fundó la gran nación del Norte... lo que inspiró a Washington, Lafayette y Lincoln.
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